Millones de trabajadores domésticos reciben sueldos
inferiores al salario mínimo, y pocas
veces se benefician del seguro de enfermedad, vacaciones pagadas o tiempo libre. ¿Ha cambiado algo desde la adopción del Convenio sobre el trabajo
decente para los trabajadores domésticos el año pasado?
Por Manuela Tomei,
Directora del Departamento de la Protección de los Trabajadores de la OIT
La noche de los
Premios Oscar de este año (26 de febrero), Octavia Spencer ganó la estatuilla
por mejor actriz de reparto gracias a su interpretación de Minny en la película
The Help (Criadas y señoras), una sirvienta que dice lo que piensa en el
Misisipi de los años 1960. Un poco antes, ella también había ganado otro premio
por su actuación en la misma película. En su discurso de aceptación por el
premio Golden Globe, Spencer, quien proviene del Profundo Sur de los Estados
Unidos y cuya madre, según se dice, trabajó como criada, declaró que la
película ponía en evidencia la situación de los trabajadores domésticos de esa
época y de la actualidad, y citó a Martin Luther King quien dijo que: “Todo
trabajo que enaltece la humanidad tiene dignidad e importancia”.
Sin embargo, el
trabajo y la experiencia de vida de Minny y Aibileen y de las otras mujeres
negras representadas en The Help podrían haber sido tomadas desde cualquier
lugar del mundo contemporáneo.
Cuanto menos, millones de trabajadores domésticos ganan
menos del salario mínimo, y pocas veces se benefician del seguro de enfermedad,
vacaciones pagadas o tiempo libre. Si te ausentas un día por enfermedad, es
probable que te despidan, sin ninguna prestación por desempleo. En algunas
partes del mundo, los trabajadores domésticos enfrentan abusos físicos y
sexuales, aislamiento, condiciones similares a la esclavitud, y hasta la muerte.
A nivel mundial, las mujeres constituyen más
del 80 por ciento de los trabajadores domésticos, unos 44 millones en total.
Y esta cifra está creciendo bajo la
presión de los cambios demográficos y sociales, aumentando las desigualdades de
ingreso, lugares de trabajo poco favorables a la vida familiar y políticas
públicas inadecuadas.
En muchos países como Brasil y Sudáfrica, el trabajo
doméstico es la principal fuente de empleo de las mujeres y su importancia
también está creciendo en los países industrializados como en el Reino Unido o
Francia.
No más trabajadores
de segunda clase
El trabajo
doméstico es esencial para el buen funcionamiento no sólo de nuestros hogares
sino también de los mercados laborales. Garantiza el
cuidado de nuestros niños y nuestros hogares, permite que nuestros doctores,
maestros, abogados y millones de otros, a su vez, vayan a trabajar.
Pero los
trabajadores domésticos tradicionalmente provienen de las escalas más bajas de
la sociedad, tienen una cantidad limitada de años de educación, y pertenecen a
grupos étnicos que son víctimas de discriminación o, que son víctimas de la
marginalización. Esto explica y refuerza la
imagen del trabajo doméstico como un empleo de segunda clase, y la percepción
de los trabajadores domésticos como trabajadores de segunda categoría. Como
resultado, el trabajo doméstico sigue
siendo en gran medida poco reglamentado e informal en todas las regiones.
Sin embargo, las
cosas están comenzando a cambiar. Hace casi un año, la Organización Internacional del Trabajo finalmente enmendó esta
injusticia al adoptar un nuevo Convenio que establece una protección laboral
mínima para estos trabajadores a nivel mundial. La nueva norma determina que los trabajadores domésticos deberían tener
derecho a la seguridad social y al salario mínimo (donde este último régimen
existe), condiciones de empleo equitativas, protección efectiva contra toda
forma de abuso, acoso y violencia.
En resumen, el trabajo doméstico es reconocido
internacionalmente como trabajo, y los trabajadores domésticos, como
merecedores de la misma protección legal de los otros trabajadores en general.
Son necesarias dos ratificaciones para
que el nuevo convenio entre en vigor; diversos países, incluyendo Filipinas,
Sudáfrica y Suecia han expresado su intención de ratificarlo antes de finales
de año.
Hace poco, Uruguay completó
los procedimientos para la ratificación del Convenio No. 189 y se espera que entregue el instrumento de
ratificación a la OIT en el futuro próximo.
El hogar no es un
lugar de trabajo convencional
Pero los desafíos de transformar el trabajo doméstico
en trabajo decente permanecen. Hasta la fecha, en gran medida ha sido una industria sin ley, y cerca de la mitad de
los países del mundo han excluido a los trabajadores domésticos de su
legislación laboral. Aún en los
casos en que están amparados por la ley, casi nunca se benefician de la misma
protección que los otros trabajadores.
Además, para que la protección sea eficaz, es
necesaria la acción en diferentes niveles de gobernanza tanto dentro como entre
las naciones: el trabajo doméstico es llevado a cabo en hogares fuera de la
vista del público y, al mismo tiempo, con frecuencia es realizado por mujeres
que cruzan las fronteras nacionales para cuidar de las familias de otras
personas.
El hogar no es un
lugar de trabajo convencional, y las leyes nacionales tienden a proteger la
inviolabilidad de la privacidad de los individuos. Por lo tanto, verificar el
cumplimiento de la ley en los hogares privados es mucho más difícil que en un
fábrica u otro lugar más tradicional. Es necesaria una gran cantidad de
innovación y creatividad.
También son importantes la movilización y el coraje
de los trabajadores domésticos - tan acertadamente representados por las
actrices Octavia Spencer y Viola Davis en The Help - no sólo para hacer frente a condiciones agobiantes de trabajo y de
vida, sino también para expresar sin temor la demanda de justicia ante un
peligro evidente.
Hemos
presenciado ejemplos de este coraje, y están cambiando las cosas para bien en
diversos países. En Chile, el Ministerio de Trabajo logró un acuerdo con las
asociaciones de trabajadores domésticos para reducir la semana laboral de 72 a
45 horas (el límite de horas semanales aplicado a los trabajadores en general)
dentro de los próximos tres años. Recientemente, el Presidente de Chile
presentó ante el Congreso un proyecto de Ley sobre trabajo doméstico.
En Estados Unidos, los trabajadores domésticos
han abierto nuevos caminos al demandar una legislación que brinde los mismos
derechos que a casi todos los otros trabajadores. En 2010, el Estado de Nueva York se convirtió en el primer estado en la
historia de EE.UU. en aprobar este tipo de legislación, y actualmente
California está considerando su propio proyecto de ley. Filipinas, un país que ha hecho mucho para
proteger a sus ciudadanos que trabajan en el exterior como domésticos, está por
promulgar una nueva ley que establece un mínimo de protección laboral para los
trabajadores domésticos filipinos en el país.
Estos son progresos
que debemos imitar.
La historia de la
criada pobre que es objeto de explotación, maltrato o abusos en el hogar de
otro debe ser confinada a la ficción.
Fonte: OIT
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